El concepto de seres mecánicos con apariencia de estar vivos,
incluso con conciencia, aparece muy tempranamente en la historia del hombre.
Cuenta la leyenda que la entrada al puerto de Creta estaba
defendida por un gigante de bronce que dejaba caer enormes piedras sobre los
barcos que no estaban autorizados para entrar a su puerto.
En Egipto se han encontrado estatuas dotadas de movimiento, como la de Anubis, un dios que se
representaba con cara de chacal, que movía su mandíbula y de esta forma
simulaba que estaba hablando. En otras se
pueden ver brazos mecánicos, que
movidos por los sacerdotes, simulaban estar bajo el control de sus dioses.
También los griegos construyeron estatuas que operaban con sistemas hidráulicos, los cuales se utilizaban para fascinar a los adoradores de los templos.
También los griegos construyeron estatuas que operaban con sistemas hidráulicos, los cuales se utilizaban para fascinar a los adoradores de los templos.
El primer autómata
(máquinas que se movían por si mismas) la construyo el filósofo Arquitas por el
siglo IV a.C. Este autómata era una paloma de madera que era capaz de volar.
Más tarde en los
siglos III y II a.C., científicos de Alejandría (Egipto) proyectaron otros
autómatas, que incluso funcionaban con agua y arena moviendo distintos
mecanismos. Herón que vivió en Alejandría (Egipto) en el siglo I, inventó un
curioso artefacto llamado “eolipeda”, que fue en realidad una auténtica turbina
de vapor; ya que calentaba una caldera, el vapor de agua era conducido por unos
tubos hasta una esfera por la cual salía el vapor produciendo movimientos.
Mucho más tarde, una
de las civilizaciones más avanzada científica y técnicamente, los árabes,
perfeccionaron las máquinas de Herón cuyo funcionamiento siempre estaba
controlado por pesas, poleas y cuerdas que se enrollaban y desenrollaban. En la
recopilación de cuentos populares árabes “Las mil y una noches” se encuentran
algunos ejemplos de estas máquinas.
En el
renacimiento, con el resurgir de la cultura y la ciencia, se construyeron
extraordinarios autómatas, sobre todo fueron los relojeros los que idearon las
máquinas más asombrosas. Muchos de estos autómatas se incluían en los grandes
relojes (relojes de autómatas) de las iglesias de la Edad Media.
La primera máquina
programable la construyó Salomón de Caus, cuando inventó el “carillón”, una
máquina basada en un cilindro de púas que golpea las barras metálicas y
reproduce unas vibraciones, pudiendo cambiar el orden de las púas. En 1642 Blaise
Pascal construyó su famosa “pascalina”; cuyo precursor hace 150 años había sido
el inventor y pintor Italiano Leonardo Da Vinci (1452 – 1519). Era un aparato
compuesto por varias ruedas dentadas, colocadas de tal manera que cuando una
rueda estaba en el 9 y se sumaba 1, la posición de la rueda siguiente avanzaba
un paso (de unidades a decenas); algo parecido al cuenta kilómetros de un
coche. Fue la primera máquina de calcular mecánica.
En el siglo XVIII, el francés Jacques de
Vaucanson construyó autómatas que parecían auténticas criaturas vivas, como un muñeco
flautista que interpretaba hasta 12 melodías. Pero el más increíble de todos fue un pato que
comía, graznaba y hasta hacía caca.
Después se
construyeron muchos autómatas que dibujaban, escribían, tocaban instrumentos
musicales; pero el más sorprendente lo construyó en 1769 el Barón Von Kempelen.
Era un autómata vestido de turco, capaz de jugar y ganar partidas complejas de
ajedrez. En cada presentación, el Barón abría las puertas de su autómata
para mostrar al público que sólo contenía
engranajes. El fraude parece haberse revelado, según cuenta la historia no
oficial, cuando se produjo un incendio en el teatro donde se realizaba la
presentación del robot. Parece ser que en el medio del caos se escucharon los
gritos que provenían del mismísimo “Turco”, o mejor dicho, de la
persona que se ocultaba
dentro de éste. Por lo tanto, lo de que podía pensar era sólo un truco.
El inicio de la robótica actual puede fijarse en
la industria textil del siglo XVIII, cuando Joseph Jacquard inventa en 1801 una máquina textil
programable mediante tarjetas perforadas.
En 1834 un profesor
inglés Charles Babbage proyectó
una máquina basada en los telares de Jaquard. Dicha máquina sería capaz de
hacer cualquier operación matemática. Usando las tarjetas perforadas podría
hacer sumas y con otras las raíces cuadradas. La
Revolución Industrial y la creación del sistema de cadenas de montaje, que
divide la fabricación de cualquier elemento en pequeñas tareas, fue el primer
gran paso hacia el logro de la robotización total en unas cuantas industrias.
Las pequeñas tareas consistían en colocar una pieza en posición, o dar unas
vueltas de tuerca, y fueron realizadas primero por humanos y luego por máquinas
mecánicas con mayor o menor capacidad de reajuste de errores. El brazo y la
mano humanas siguieron siendo necesarias, afortunadamente, por mucho tiempo, y
fueron la base real de la “automatización” de las fábricas en el siglo XVIII.
Se desarrollaron máquinas especializadas en tareas como poner tapones a las
botellas o verter líquidos en moldes o envases, pero las piezas sólidas
requerían ser insertadas en una posición determinada, y sólo en algunos casos
se podía lograr por medio de canaletas o sistemas de embudos.
Ya
en el siglo XX, el escritor checo Karel Capek (1890-1938) le dió nombre al
hombre mecánico en su obra teatral R.U.R. (Robots Universales Rossum), que se
estrenó en Europa en 1920, utilizando la palabra “robot”, que es de origen
checo y significa siervo o esclavo.
El desarrollo del brazo
artificial multiarticulado o manipulador llevó a la realidad el robot fabril
actual. En 1954 el estadounidense George Devol inventó un brazo primitivo que
se podía programar para realizar algunas tareas.
En 1975, el ingeniero mecánico estadounidense Victor Scheinman, cuando estudiaba la carrera en la Universidad de Stanford, en California, desarrolló un manipulador polivalente realmente flexible conocido como Brazo Manipulador Universal Programable (PUMA, en inglés). El PUMA era capaz de mover un objeto y colocarlo en cualquier orientación en un lugar deseado que estuviera a su alcance. El concepto básico de multiarticulación del PUMA es la base de la mayoría de los robots actuales.
En la última década los proyectos de robots humanoides, o “androides”, han crecido en número e importancia y han alcanzado resultados impresionantes, especialmente en Japón. Sin duda, uno queda alucinado por lo que se está construyendo y desarrollando actualmente en materia de robots.
En 1975, el ingeniero mecánico estadounidense Victor Scheinman, cuando estudiaba la carrera en la Universidad de Stanford, en California, desarrolló un manipulador polivalente realmente flexible conocido como Brazo Manipulador Universal Programable (PUMA, en inglés). El PUMA era capaz de mover un objeto y colocarlo en cualquier orientación en un lugar deseado que estuviera a su alcance. El concepto básico de multiarticulación del PUMA es la base de la mayoría de los robots actuales.
En la última década los proyectos de robots humanoides, o “androides”, han crecido en número e importancia y han alcanzado resultados impresionantes, especialmente en Japón. Sin duda, uno queda alucinado por lo que se está construyendo y desarrollando actualmente en materia de robots.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.