sábado, 6 de junio de 2015

Breve historia de la Robótica

El concepto de seres mecánicos con apariencia de estar vivos, incluso con conciencia, aparece muy tempranamente en la historia del hombre. 
Cuenta la leyenda que la entrada al puerto de Creta estaba defendida por un gigante de bronce que dejaba caer enormes piedras sobre los barcos que no estaban autorizados para entrar a su puerto.
En Egipto se han encontrado estatuas dotadas de movimiento, como la de Anubis, un dios que se representaba con cara de chacal, que movía su mandíbula y de esta forma simulaba que estaba hablando. En otras se pueden ver brazos mecánicos, que movidos por los sacerdotes, simulaban estar bajo el control de sus dioses.
También los griegos construyeron estatuas que operaban con sistemas hidráulicos, los cuales se utilizaban para fascinar a los adoradores de los templos.
El primer autómata (máquinas que se movían por si mismas) la construyo el filósofo Arquitas por el siglo IV a.C. Este autómata era una paloma de madera que era capaz de volar.


Más tarde en los siglos III y II a.C., científicos de Alejandría (Egipto) proyectaron otros autómatas, que incluso funcionaban con agua y arena moviendo distintos mecanismos. Herón que vivió en Alejandría (Egipto) en el siglo I, inventó un curioso artefacto llamado “eolipeda”, que fue en realidad una auténtica turbina de vapor; ya que calentaba una caldera, el vapor de agua era conducido por unos tubos hasta una esfera por la cual salía el vapor produciendo movimientos.


Mucho más tarde, una de las civilizaciones más avanzada científica y técnicamente, los árabes, perfeccionaron las máquinas de Herón cuyo funcionamiento siempre estaba controlado por pesas, poleas y cuerdas que se enrollaban y desenrollaban. En la recopilación de cuentos populares árabes “Las mil y una noches” se encuentran algunos ejemplos de estas máquinas. 
En el renacimiento, con el resurgir de la cultura y la ciencia, se construyeron extraordinarios autómatas, sobre todo fueron los relojeros los que idearon las máquinas más asombrosas. Muchos de estos autómatas se incluían en los grandes relojes (relojes de autómatas) de las iglesias de la Edad Media.


La primera máquina programable la construyó Salomón de Caus, cuando inventó el “carillón”, una máquina basada en un cilindro de púas que golpea las barras metálicas y reproduce unas vibraciones, pudiendo cambiar el orden de las púas. En 1642 Blaise Pascal construyó su famosa “pascalina”; cuyo precursor hace 150 años había sido el inventor y pintor Italiano Leonardo Da Vinci (1452 – 1519). Era un aparato compuesto por varias ruedas dentadas, colocadas de tal manera que cuando una rueda estaba en el 9 y se sumaba 1, la posición de la rueda siguiente avanzaba un paso (de unidades a decenas); algo parecido al cuenta kilómetros de un coche. Fue la primera máquina de calcular mecánica.
En el siglo XVIII, el francés Jacques de Vaucanson construyó autómatas que parecían auténticas criaturas vivas, como un muñeco flautista que interpretaba hasta 12 melodías. Pero el más increíble de todos fue un pato que comía, graznaba y hasta hacía caca. 


Después se construyeron muchos autómatas que dibujaban, escribían, tocaban instrumentos musicales; pero el más sorprendente lo construyó en 1769 el Barón Von Kempelen. Era un autómata vestido de turco, capaz de jugar y ganar partidas complejas de ajedrez. En cada presentación, el Barón abría las puertas de su autómata para mostrar al público que sólo contenía engranajes. El fraude parece haberse revelado, según cuenta la historia no oficial, cuando se produjo un incendio en el teatro donde se realizaba la presentación del robot. Parece ser que en el medio del caos se escucharon los gritos que provenían del mismísimo “Turco”, o mejor dicho, de la persona que se ocultaba dentro de éste. Por lo tanto, lo de que podía pensar era sólo un truco. 


El inicio de la robótica actual puede fijarse en la industria textil del siglo XVIII, cuando Joseph Jacquard inventa en 1801 una máquina textil programable mediante tarjetas perforadas.


En 1834 un profesor inglés Charles Babbage proyectó una máquina basada en los telares de Jaquard. Dicha máquina sería capaz de hacer cualquier operación matemática. Usando las tarjetas perforadas podría hacer sumas y con otras las raíces cuadradas. La Revolución Industrial y la creación del sistema de cadenas de montaje, que divide la fabricación de cualquier elemento en pequeñas tareas, fue el primer gran paso hacia el logro de la robotización total en unas cuantas industrias. Las pequeñas tareas consistían en colocar una pieza en posición, o dar unas vueltas de tuerca, y fueron realizadas primero por humanos y luego por máquinas mecánicas con mayor o menor capacidad de reajuste de errores. El brazo y la mano humanas siguieron siendo necesarias, afortunadamente, por mucho tiempo, y fueron la base real de la “automatización” de las fábricas en el siglo XVIII. Se desarrollaron máquinas especializadas en tareas como poner tapones a las botellas o verter líquidos en moldes o envases, pero las piezas sólidas requerían ser insertadas en una posición determinada, y sólo en algunos casos se podía lograr por medio de canaletas o sistemas de embudos.
Ya en el siglo XX, el escritor checo Karel Capek (1890-1938) le dió nombre al hombre mecánico en su obra teatral R.U.R. (Robots Universales Rossum), que se estrenó en Europa en 1920, utilizando la palabra “robot”, que es de origen checo y significa siervo o esclavo.  


El desarrollo del brazo artificial multiarticulado o manipulador llevó a la realidad el robot fabril actual. En 1954 el estadounidense George Devol inventó un brazo primitivo que se podía programar para realizar algunas tareas. 
En 1975, el ingeniero mecánico estadounidense Victor Scheinman, cuando estudiaba la carrera en la Universidad de Stanford, en California, desarrolló un manipulador polivalente realmente flexible conocido como Brazo Manipulador Universal Programable (PUMA, en inglés). El PUMA era capaz de mover un objeto y colocarlo en cualquier orientación en un lugar deseado que estuviera a su alcance. El concepto básico de multiarticulación del PUMA es la base de la mayoría de los robots actuales. 



En la última década los proyectos de robots humanoides, o “androides”, han crecido en número e importancia y han alcanzado resultados impresionantes, especialmente en Japón. Sin duda, uno queda alucinado por lo que se está construyendo y desarrollando actualmente en materia de robots.


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